
La moral para entender la sumisión de la sociedad
Es incuestionable que la
moral está incidiendo en
el devenir de la sociedad
actual. En el sentido de que
determina la actuación de las
personas, y los pueblos en
general. Con un cambio muy
profundo en los últimos años
como consecuencia de las
nuevas relaciones de
dependencia humana y de los
valores que aporta la sociedad.
Tanto en lo que se refiere al área
de las culturas anglosajonas
como a los latinos y de otros
orígenes étnicos o geográficos.
Dentro de este contexto de lo
que representa la moral es
necesario recalcar que este
término no representa ahora lo
mismo que hace unos años,
décadas o siglos. No en vano, en
estos momentos se caracteriza
por su pluralismo. Es decir, es
mucho más fácil encontrarse
con una multiplicidad de
valores y normas en la
convivencia. Hasta el punto de
que pueden variar en función de
las diferentes culturas del
planeta. Por otra parte, la falta
de religiosidad está propiciando
que los valores vayan mutando
con el paso de los años. Desde
este planteamiento alejado de la
moral clásica el mandato
humano que es el que otorga la
E bondad o la maldad a las
acciones personales ha sido
sustituido por otros valores
más relativistas. Donde
prevalecen los principios de
universalidad o solidaridad por
encima de otras
consideraciones éticas o filosóficas.
A¿Pero por qué ha cambiado la moral en este siglo en el que estamos?
Entre otras razones porque el ser humano dispone de mayor información respecto a otros períodos no tan lejanos. Como por ejemplo, en la década de los años 80 en que este concepto estaba mucho más estereotipado.

No obstante, el que haya cambiado su concepción y la serie de valores en las que se asientan las sociedades no quiere decir que no haya límites para la libertad de expresión. Basta comprobar que nos pasamos la vida queriendo ser felices y que nadie nos moleste la vida y lo único que tenemos que hacer es nacer hombre, blanco, rico y heterosexual. Pero podemos encontrarnos con contradicciones como vivir en un país blanco y rico, pero nosotros solo somos latinos y pobres. Algo muy frecuente en los países anglosajones y que pone de manifiesto la tremenda debilidad del ser humano.
Para comprender mejor esta incidencia moral nada mejor que clasificar a las personas en dos grupos. Por una parte, las que siguen sus propios deseos, y por otro las que siguen los deseos de los demás. Las primeras son fuertes y no se dejan gobernar por nadie. Mientras que las segundas son débiles y se limitan a hacer lo que dicen los demás. Esta última actitud es muy común y propicia que seamos muy sumisos. Hasta el punto de que terminamos repitiendo lo que dice el resto.
