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Enfermedades comunes de la vejez

A medida que el cuerpo humano envejece las propiedades de los órganos cambian; por eso, es más propenso a desarrollar ciertas patologías. La mayoría de estas afecciones son prevenibles y tratables. 

En todo el mundo, la supervivencia de las personas mayores ha aumentado bastante con respecto a épocas anteriores. Hoy en día, la esperanza de vida en el continente americano excede a los 70 años según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).


Este hecho favorece a la aparición de trastornos crónicos relacionados a daño y a desgaste de los órganos. Las enfermedades más comunes en la vejez se atribuyen a las afecciones cardiovasculares, neoplásicas, osteoarticulares y endocrino-metabólicas. La mayoría de estas patologías ofrecen signos tempranos que pueden ser detectados a tiempo. En este sentido, el diagnóstico y la terapéutica oportuna son la base de un envejecimiento saludable y pleno.

 

En la actualidad, existe un alto índice de patologías que afecta a los adultos mayores y su calidad de vida. La mayoría de estas enfermedades se manifiestan de forma paulatina y progresiva por lo que suelen pasar desapercibidas hasta que logran asentarse de forma aguda y alteran las actividades diarias de las personas mayores.

Desde una perspectiva biológica y médica, el envejecimiento es el resultado de una gran cantidad de daños celulares y moleculares, esta degeneración no es lineal y específica para todos los adultos mayores.

En este sentido, la presencia de patologías en los ancianos depende de una esfera más multifactorial más compleja. Teniendo todo esto en cuenta, es posible decir que dentro de las enfermedades más comunes en la vejez destacan las siguientes:


Hipertensión Arterial

La hipertensión arterial es una enfermedad del sistema cardiovascular que se caracteriza por cifras elevadas de tensión arterial. Durante años, esta patología se ha mantenido como una de las afecciones con mayor incidencia y mortalidad en el mundo.

Diversas investigaciones demuestran que su prevalencia es del 20 % al 30 % en la población general y del 60 % en los pacientes mayores de 60 años. De igual forma, la hipertensión arterial se asocia con una larga lista de patologías cardíacas, entre las que destacan el infarto agudo de miocardio, la enfermedad coronaria y los accidentes cerebrovasculares.


Los síntomas de esta afección suelen ser silenciosos y vagos; no obstante, algunos pacientes refieren mareos, dolores de cabeza y palpitaciones. El diagnóstico es clínico y se basa en la identificación de las cifras de tensión arterial y en una adecuada exploración física. El tratamiento implica varios cambios en el estilo de vida, la dieta y en el soporte farmacológico.

 
Artritis y artrosis
La artritis constituye un grupo de patologías agudas o crónicas asociadas a la inflamación de una o varias articulaciones. Por su parte, la artrosis se refiere a la degeneración progresiva de los elementos que forman una articulación, principalmente a nivel del cartílago articular.

Para el 2018, la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) estimó que en España más de la mitad de las personas mayores de 65 años padecía de algún tipo de artrosis. Ambas afecciones osteoarticulares suelen manifestarse con dolores articulares, rigidez y limitación de la movilidad de la articulación.

La artritis y la artrosis son más frecuentes en mujeres que en hombres debido a las variaciones hormonales propias de la menopausia. A pesar de no contar con una cura definitiva, la mayoría de los pacientes pueden tener un estilo de vida normal al cumplir con un tratamiento farmacológico continuo o en algunos casos quirúrgicos.

El Alzheimer
Es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por atrofia cerebral y muerte de las células nerviosas. La misma constituye la principal causa de demencia en los adultos mayores, presente en más de un tercio de los pacientes mayores de 85 años.

Las manifestaciones tempranas de esta afección incluyen la pérdida de la memoria de eventos o situaciones recientes. A medida que la afección evoluciona, existe deterioro en el comportamiento, el pensamiento y las habilidades sociales del individuo, e incluso se ve afectada su capacidad para realizar actividades cotidianas.

En la actualidad, el Alzheimer no posee una cura o tratamiento definitivo. Sin embargo, el diagnóstico y la terapéutica oportuna favorecen al retardo de la progresión de la enfermedad. Así, la persona podrá prolongar el mantenimiento de sus funciones cerebrales y desenvolverse por más tiempo de forma independiente.

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